Tango Sensei

Maestro de maestros, respetado como ser humano excepcional por su sentido de la justicia que imponía en cada uno de sus actos. Músico inspirado, talentoso e innovador. Dejó una escuela imborrable que hoy los tangueros de corazón, siguen al pie de la letra. Con la modestia que lo caracterizaba decía que él era sólo un tornillo de la inmensa máquina que conforma el tango. Nosotros pensamos que significó mucho más que eso, porque sin él no podríamos concebir nuestra música. Vivió mucho e intensamente, no lo suficiente que hubiésemos querido todos los que amamos esta música que nos mueve y conmueve, que nos deleita y nos acompaña en cada dos por cuatro. En este diciembre, mes de nuestro Tango, el día 2 cumpliría años. Con el respeto que merece esta magna y señera figura, Nuestro programa de hoy está dedicado al recuerdo permanente de Don Osvaldo Pugliese!

Músico excepcional, compositor y director de orquesta, además de un eximio pianista de estilo milonguero, que marcaba el ritmo en su exacta dimensión. Muchos cantantes solicitaban sus servicios, porque sabían que con su acompañamiento el éxito era seguro. Este porteño de corazón dejó una huella importante en el Tango y una impronta que siguieron otros músicos famosos de nuestra música ciudadana. Siempre se rodeó de los mejores músicos, en cada instrumento que conformaban su orquesta y supo lucirse como arreglista excepcional de piezas inolvidables.

Son muchas las figuras del Tango que engalanaron con su talento la música rioplatense, estudiosos e inspirados intérpretes que dejaron huellas imborrables. Nuestro invitado de hoy, reunió todas las condiciones de un músico excepcional que tuvo una carrera exitosa. Muy pocas orquestas lograron, en sólo 8 años, consagrarse en el gusto de la gente como la suya, a pesar de no distinguirse por un estilo diferenciador, siempre se destacó por la melodía y compás que le imprimía a su música, al servicio de sus cantores de turno. Pianista, compositor y director de orquesta, contrató buenos cantantes porque decía que representaba la mejor inversión tener una buena voz en la orquesta y no se equivocó, tuvo –entre otros- a Julio Sosa, Enrique Campos y Floreal Ruiz hasta que disolvió su agrupación.

El tango sigue evolucionando, representado hoy por voces nuevas que revitalizan nuestra música, figuras jóvenes que llevan un sello talentoso al abrigo de Buenos Aires, una ciudad que siempre estará en la búsqueda de valores que sigan enalteciendo el ámbito tanguero. Nuestro programa de hoy está dedicado a dos inspirados cantantes que nos demuestran porqué se encumbraron con sus gargantas y maneras de interpretar, en el gusto de un auditorio actual exigente, que siempre quiere y elije los mejores para el palco de nuestro querido Tango que jamás renunciará a su espacio y siempre tendrá representantes de calidad que nos deleiten.

Gracias. Por el reencuentro y la amistad con el Sensei y con Joe. Por los nuevos grandes amigos que me ha dado. Por los amigos oyentes virtuales de tantas partes del mundo. Por abrir mi mente, ampliar mi oido y ablandar mi corazón. Por hacerme «alguien» en la comunidad tanguera, aquí al filo de Latinomérica. Por el vértigo de Darienzo, la velocidad de Echagüe, la poesía al óleo de Cadícamo, las metáforas de Expósito, la humildad y valentía de Pugliese, la fastuosidad de Mores, los dedos de cristal de Salgán, el Pasional de Rubén Juárez, la miel de Charlo, la profundidad de Rivero, las imposibles sencillas palabras de Ferrer, la garganta del Polaco, la pinta brava de Julio Sosa, la sencillez de Podestá, el legatto de Raúl Berón, la adicción crónica a Gardel y la supernova de Piazzolla. Por eso, y por todo lo que me olvido ahora o recordaré siempre… Gracias por estos 4 años, Tango Sensei, Marcelo.

Nuestro amor por el Tango nació desde el momento que al oírlo, algo nos dice que “de ahí somos”, de otra época quizás, porque nos tocó nacer, paradójicamente cuando nuestra música entraba en los cincuenta, que no fue una década de las más exitosas, sin embargo, el almácigo de raíces profundas, hizo que nos gustara esta música maravillosa, creciéramos con ella, aunque compartida con otros ritmos y se hiciera carne en nosotros para ya no dejarnos más. Por esa razón, hoy la seguimos oyendo y continuamos hurgando su glorioso pasado y prometedor presente con los nuevos talentos que son orgullo rioplatense. Hoy nuestro programa de cuarto aniversario, reflejará el gusto y predilección de sus conductores que seleccionaron para ustedes, una docena de los mejores tangos. Una vez al año, nos merecemos esta caricia para los oídos. Gracias por estar con nosotros y demostrarnos que aunque se necesitan dos para bailar un Tango, una multitud –desde varias partes del mundo-, puede disfrutarlo al mismo tiempo.

Genio y figura de la generación del 40, bandoneonista excepcional por su inmenso talento y temperamento, se distinguió entre los ejecutantes famosos de aquel entonces. Artista estudioso, vocacional y profesionalmente independiente, volcó los frutos de su inspiración en un complejo pero efectivo tratamiento instrumental del Tango; más una nutrida, sostenida y valerosa disciplina a la hora de realizar arreglos de piezas memorables. Encabezó su propia agrupación de tango moderno que deleitó a los renovadores y sacudió a los tradicionalistas. Un profesional completo que compuso más de 200 tangos y 100 obras de música de cámara.

Les tocó el papel más difícil que fue plantar en el gusto del público, una música que estaba acompañada de un sentimiento profundo, que tenía la obligación de reflejar en partituras y poesías, aquel Buenos Aires de comienzos de siglo, enriquecido con sangre nueva que llegaba de todos los confines de Europa, que pintara al porteño con sus cualidades y defectos, que perfumara las noches con una melodía tan rioplatense como nuestra. Los primeros acordes hacían juntar y mover los cuerpos acompasados por ese ritmo que a la postre llegó a imponerse de manera categórica en todo el mundo. Ese fue el maravilloso rol que cumplieron los Tangos Centenarios, nada menos que dar a conocer, en aquel entonces, a las primeras figuras destacadas por su talento musical que hicieron famoso e inmortal al Tango.

Empezó cantando folklore y tocando la guitarra, hasta que Piazzolla y Ferrer encontraron en ella a la cantante ideal para sus temas, por su fuerza interpretativa. A partir de allí, se transformó en la nueva voz de nuestra Buenos Aires y fue dejando su sello inconfundible en el Tango. Fue silbada en el Luna Park en aquella noche rara de 1969 y a la vez, catapultada hacia el éxito para siempre a partir de esa Balada Para un Loco que conmovió multitudes. Hoy nos sigue deleitando con un amplio repertorio actualizado, superando problemas de salud y renovándose cada día. Recorrió gran parte del mundo visitando varios países donde llevó y dejó muy alta la imagen de nuestra música rioplatense.

Llegó al tango cuando más lo necesitaban, porque eran épocas de baladas y rock and rol donde nuestra música quedaba relegada por los cambios modernos que proponían desde afuera y que la juventud adoptaba, alegre y ruidosa. De todos modos él ahí estaba, cantando tangos en medio de tanta fiesta, con su pinta y voz varonil inconfundible, fue ganando espacios entre los pibes de aquel entonces, para beneplácito de los mayores que no se resignaban al cambio y querían seguir oyendo viejos tangos en cantantes nuevos. El espacio se lo ganó a pulso, en lo que es una larga y exitosa carrera y pudo darse el lujo de cantar con muy buenas orquestas. Por suerte todavía contamos con su presencia y sus actuaciones en el Buenos Aires de hoy.

En el escenario, codo a codo, son mucho más que dos; aunque confiesan que si un ciego los escuchara allá en el fondo del teatro, quisieran que pensara que escucha a un solo intérprete. Llevan cuatro discos editados, pero lo suyo es el vivo, donde, entre la guitarra y la voz, los tangos renacen con una interpretación nueva en cada show. Llevaron su "Tango-Tango" a Japón y fueron a buscar sus raíces a Finlandia con la road-movie «Tango de una noche de verano». Acaban de presentar su nuevo material "Ntndé?", al que hoy le prestamos atentos y expectantes oídos.

Le decían la dama del tango, pero era algo más, un pedazo de Buenos Aires hecho mujer, porque en ella se presentaba lo mejor de nuestra expresión ciudadana, en su inspiración, su voz y su estilo incomparable al bailar. Se dio el lujo de cantar con Canaro y que Mariano Mores le dedicara su “taquito militar”, además de darse el gusto de componer una milonga. Trabajó muchos años en teatro y televisión además de incursionar en el cine, en varias películas, no había un rincón de la ciudad que no conociera su talento artístico. Se nos fue hace 25 años, el mismo día que el Polaco se despidió de este mundo, entre los dos, le asestaron un doble golpe al corazón del Tango. Nuestro programa de hoy está dedicado a la memoria de una mujer que enalteció nuestra música más querida.

Ganador de un profundo prestigio dentro del mundo tanguero. Su sencillez y humildad le dieron más importancia a su figura que se fue agigantando con los años, imponiéndose con su estilo y voz con registro de tenor agudo delicado, que se adaptaba a la cadencia y melodía que le marcara el Tango, al que amó hasta los últimos días de su larga y provechosa vida a favor de nuestra música. Nunca se olvidó del barrio que lo vio nacer ni de sus amigos, con los cuales se identificó y reencontró siempre, aunque lo alcanzara la fama. Sus inicios fueron difíciles, porque se trataba de destacarse en un universo plagado de estrellas en aquellos años dorados de la música rioplatense. Luchó y triunfó como se lo merecen los grandes, aquellos que pelean y dan lo mejor de sí para destacarse.

Músico fino e inspirado, desde chico su amor y pasión por el piano lo llevó a recibir lecciones de buenos profesores que vieron en él a un futuro intérprete sobresaliente. No se equivocaron, porque aquel muchacho se empezó a destacar y tuvo la osadía de codearse con los grandes del Tango, en una época con más oportunidades pero también con más exigencias, había que competir con los consagrados y esa no era tarea para cualquiera. Destacó como intérprete, compositor, arreglista y director de orquesta. Acompañó a grandes voces e ídolos de nuestra música y cinematografía. Dicen los críticos tangueros, que a pesar de su comprobado talento, fue injustamente olvidado.

Su personalidad reflejaba al típico porteño de aquellos ayeres, hizo de todo a favor de nuestra música rioplatense que llevaba muy adentro; desde artículos periodísticos, pasando por guiones cinematográficos, donde dirigió varias películas, a partir de un encuentro y arranque con Carlos Gardel en París. Fue uno de los creadores del teatro de revistas, hasta llegar a la autoría de letras exitosas con 150 tangos famosos en su haber. Composiciones que quedaron impresas en piezas memorables, esas que interpretaron las mejores voces de nuestra canción ciudadana.

Garganta con arena fina, personalidad impactante y una forma de decir el Tango que nadie lo igualó. Nunca cambiaba una letra, era el más respetuoso con la poesía original. Se nos fue pero aún nos vive en sus grabaciones impecables que rememoran a este gran cantante, para muchos indiscutido, el mejor después de Gardel. Lo acompañaron grandes músicos, las mejores orquestas y además fueron todos sus amigos, porque este cantor de barrio se supo ganar un lugar en el corazón de la mayoría. Le cantó al amor, a la calle, al fueye, a los años que no perdonan y al frutero de la esquina, a todo aquello que nos pintaba en cuerpo y alma a nuestro Buenos Aires. Lo apodaban el Polaco y sin embargo portaba un apellido más vasco que una boina. En este agosto que transitamos, se cumplen 25 años que ‘se fue a cantarle a Gardel’, allá arriba, cerca y al oído, aquí nos quedamos nosotros, extrañándolo y difundiendo su música maravillosa, su voz incomparable que va mucho más allá que los recuerdos.

Pianista de excepción, compositor y director de orquesta que siempre estuvo a la vanguardia para aportarle a nuestra música innovación constante, un talento incomparable y su magia tanguera. Grabó más de 400 obras y como pianista solista unos 800 trabajos, casi nada! Acompañó a cantores de mucha talla en el Tango y participó, hasta el final de sus días, de la ola renovadora del Café de los Maestros. Dejó una huella imborrable y hoy lo recordamos en nuestro espacio, con la admiración, el respeto y el amor que sentimos por nuestra música y los maestros talentosos que la enriquecieron.

Hijo de músicos italianos, heredó de sus padres el amor por las melodías. Estudió música con sus propios hermanos y a partir de allí construyó su propio destino, abriéndose camino a pura música y talento. Prolífico del Tango: en 28 años registró más de 950 obras. Pianista, compositor y director de orquesta. Sus composiciones quedaron imborrables en la historia de nuestra música del Río de la Plata. Fue un músico tan completo que interpretaba también el Jazz con sobrada destreza. Trayectoria reconocida y tangos propios que le cantó hasta el mismísimo Carlos Gardel. Su carrera fue ganando terreno y fama hasta ubicarse como un director imprescindible en aquellos años de oro para nuestro Tango.

Uruguayo, como el Tango rioplatense, pianista, bandoneonista y músico excepcional, compositor de renombre y director de orquesta, le aportó a nuestra música su talento incomparable. Su precocidad talentosa lo llevó a formar una pequeña orquesta cuando apenas tenía 17 años. De allí en más se dedicó a acompañar a grandes músicos y salir de gira por Europa, oír otras técnicas que lo asombraron, para luego seguir estudiando y perfeccionando su manera interpretativa. Acompañó algunos años a la celebrada Libertad Lamarque y al esposo Alfredo Malerba. Se dijo que “el Uruguay tanguero” quedó en deuda con este hijo prodigioso que tanto le dio a nuestra música.

Fue un bandoneonista que brilló con luz propia. No era de los de academia, pero tenía un privilegiado oído musical, una intuición excepcional y un innato talento, acompañando a los grandes músicos de aquella época, donde había que demostrar ser bueno para poder mejorar junto a ellos. Como compositor, sus éxitos fueron rutilantes y las letras que García Jiménez puso a su música le dieron la combinación perfecta para que cada pieza que compusieran juntos, tuviera el suceso rotundo asegurado. Fue gran amigo de Charlo, y Carlos Gardel le grabó 16 de sus composiciones... Y ya conocemos de sobra la exigencia del Morocho a la hora de escoger los temas que cantaba.