Iglesia Sobre La Roca Delicias

Cuando hablamos de cristianismo—culturalmente—muchos han llegado a degradarlo. Viven vidas que no cuadrarían con la vida de un cristiano según las Escrituras, así que hoy veremos cuatro aspectos de una vida cristiana radical; no como lo dicen otros, sino como Jesús lo dice. No vamos a ver o considerar esta mañana el cristianismo de hoy, sino lo que Jesús dijo de él. Así que, no es que hable de reformar el cristianismo hoy, o que trate de plantear una nueva idea sobre el ser discípulo de Jesús, sin que veamos lo que es en realidad. Quiero ser claro, no hablare de un cristianismo extremo o revolucionario, sino de mero cristianismo, lo que es sin quitar ni poner. El título de este mensaje es “Cristianismo Radical”, pero no porque lo sea, sino porque a nosotros que vivimos en una generación que ha degradado el cristianismo, y como en el caso del chocolate, leche, café y mantequilla, a veces nos dan otra cosa que no es.

Cada iglesia tiene su identidad, y sin embargo, muy frecuentemente nos encontramos comparando de una manera como si otras iglesias fueran una amenaza, como si fueran rivales nuestros. Así que hoy estaremos considerando la enseñanza de Jesús respecto a esto. ¿Somos una iglesia divida? ¿Será que debemos creernos o ser presuntuosos por lo que tenemos y la manera en cómo lo hacemos?

Jesús comienza a enseñar lo que verdaderamente significa ser grande. La verdadera grandeza no consiste en que una persona se coloque a sí misma en las alturas para desde allí mirar a los demás con desprecio, estando contentos y complacidos en sí mismos. Esta era la actitud constante de los fariseos. Ellos confiaban en sí mismos como justos, menospreciando a los demás. Los discípulos querían descubrir quién era el mas mayor en el reino, sin embargo, la “grandeza” que ellos esperaban es completamente contraria a la grandeza del reino. Los discípulos, y muchos de las grandes personalidades quieren ser esos sobre los cuales el mundo gire; ser reconocidos, apreciados y servidos, y como lo dije hace un momento: ¿a quien no le gustaría eso? Pero pregúntate: ¿Cuál es el motivo? ¿Qué ganarías con todo eso?

Si pudiera resumir todo el Antiguo Testamento en una simple frase sería: «Promesas Hechas». Aprendemos de nuestra necesidad de las promesas de Dios, somos pecadores, incapaces de salvarnos y condenados al infierno por un Dios justo. Sin embargo, aprendemos de nuestro Dios hacedor de promesas, quien en su misericordia nos promete lo que nunca seríamos capaces de alcanzar por nosotros mismos. En esta ocasión comenzaremos con una introducción al Antiguo Testamento

Este es un pasaje asombroso porque nos muestra la gloria del Evangelio. Primero, porque nos muestra la veracidad de él. El Mesías vino. Jesús era el Cristo y mostró a sus discípulos su gloria. No tenemos una manifestación de Jesús mas gloriosa que ésta en los Evangelios ni en la Iglesia, pero la tendremos a Su regreso, y ahí nosotros seremos también transformados. Escucha las Palabras de Juan: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es." 1 Juan 3:2 Este relato nos muestra la inseparable relación de sufrimiento y gloria, tanto para el Mesías como sus discípulos. La cruz es la voluntad de Dios. Es el camino hacia el esplendor, la bendición venidera. Para Cristo lo fue la del calvario, para nosotros la cruz de la negación para agradar a Aquel que nos llamó.

Este mensaje tiene el propósito de centrarnos en las misericordias de Dios y prepararnos, no solo para un nuevo año, sino para responder a lo que Dios ha hecho por nosotros, pero a la vez también valorar nuestra relación con él. Respondiendo con adoración, compromiso y con cordura.