La Contrahistoria

Kissinger y la ‘realpolitik’

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Sinopsis

No es habitual que un simple secretario de Estado se asegure la inmortalidad. De los 71 que han pasado por el cargo sólo un puñado se recuerdan con nombre y apellidos. Algunos porque tras ser secretarios de Estado accedieron a la presidencia. Ese fue el caso de James Madison, John Quincy Adams o James Monroe. Otros porque les tocó lidiar con asuntos de la máxima importancia en periodos convulsos. Cordel Hull, por ejemplo, fue el secretario de Estado de Franklin Delano Roosevelt durante más de una década, desde 1933 hasta finales de 1944. Casi toda la segunda guerra mundial pasó por la mesa de su despacho y sus gestiones alumbraron la Organización de las Naciones Unidas. Poco después entre Dean Acheson y John Foster Dulles se encargaron de diseñar la arquitectura de posguerra. Hombres singulares para momentos críticos. Esa es la razón por la que se les recuerda. Con Henry Kissinger sucedió algo similar, pero con &eacut